lunes, 17 de enero de 2011

EL SENTIMIENTO PERFECTO

Prácticamente todos los sentimientos pueden ser expresados de una forma u otra, no cuesta mucho. Los típicos como alegría, tristeza, furia, miedo etc. son aburridísimos y poco motivantes.
Los que tienen sustancia como la pasión, la rutina (si, considero la rutina un sentimiento) la gente-rutina es lo más fútil que existe; la melancolía (esta es muy contagiosa), y otros muchos, son íntimos y muy inherentes al momento vital de cada uno. Son la quintaesencia del día a día, por los que nos movemos y nos regimos, los sentimientos trascendentales que nos mueven pero que van y vienen. Son como el mar, un día está en calma, azul, brillante, sugerente, tranquilo, suave, otro día puede estar completamente revuelto, bravo, impresionante, fuerte, gris, depende de cómo gire el viento, de la posición de la luna, de las corrientes marinas, de las borrascas, de los anticiclones.
Exactamente igual que los humanos, compaginamos distintos sentimientos en un complejo entramado del yo frente a mis circunstancias y ellos contra mí.
Los sentimientos se pueden dividir en dos grupos claramente diferenciados, con los que nacemos innatos a cada uno y los que adoptamos según como me vaya la cosa. Los expresamos a través de acciones y de inacciones, de manera directa, de manera sutil, con contención, con mucha expresividad, con dignidad, con prepotencia, con vulgaridad con tantas y tantas formas como seres somos.
Los hay de tradición cultural, aferrados a nuestra posición de latitud y altitud, es decir mediterráneo, anglosajón, oriental, caucásico etc… De estos ni opino, ya se ha dicho bastante.
Pero hay uno, existe uno, por el cual tengo especial debilidad y que en los últimos días ha aparecido ante mí con la fuerza de una mirada enamorada, quizá la del primer amor. Uno que cuando te asalta y sabes controlarlo es fantástico, uno que es complicadísimo de expresar, no tengo ni idea de cómo se hace, se cómo se siente. Cuando lo ves en acción no sabes si has de gritar, callar, si has de sonreír o llorar. Ni idea.
La lealtad.
La lealtad, parecía pasada de moda, pero está entre nosotros. La lealtad a la amistad y al amigo es una corriente voraz que puede convertir en sublime un momento desastroso. Es tan bonito tan rabiosamente hermoso, que alguien demuestre por ti lealtad sin vacilaciones, solo porque eres tú y porque te has ganado ese honor. La lealtad incondicional sin esperar absolutamente nada a cambio es un completo milagro del hoy.
En el antes existió. Típica y admirada era aquella del caballero a su dama, a su religión, a su rey, a su tierra, a su apellido. Y se moría por lealtad.
Yo hoy la considero en gran desuso y bastante denostada, en un mundo de total egoísmo y superficialidad.
Y de repente ha aparecido con fuerza pero a la vez con discreción, como debe ser, el que alardea de mucha lealtad, será posiblemente un gran traidor y mentiroso. De la lealtad no se alardea, por eso, porque se construye como un sentimiento intimo que se rescata del cajón para utilizarlo cuando se necesita, solo para cuando de verdad se necesita, en los momentos que el amigo te busca y por supuesto estás, para lo que haga falta, amigo.
Quiero con estas palabras levantar una lanza a favor de los que hoy están demostrando su lealtad más incondicional al amigo afrentado, porque en esta historia de lealtades, no existe el rollo romántico, pasteloso, o blandengue existe la lealtad con cojones, o no existe, punto.

7 comentarios:

  1. Lealtad... qué gran tesoro. Me ha encantado, querida amiga Independent.

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  2. Toya
    Hoy querida ñoña sí te reconozco y me permites caminar a tu lado. Gracias por ello.
    En mi andadura que ya va siendo larga, he descubierto que la Lealtad tiene un enamorado, el Respeto. Y cuando ambos te cogen de la mano y te susurran al oído "Formamos parte de tí porque tú lo has querido al elegir ser leal y respetuosa contigo misma", entonces querida ñoña te sientes en plenitud.
    Espero que te llegue todos los besos que te envío. Toya

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  3. Me han llegado todos los besos Toya. Con todo mi Respeto y mucha Admiración te mando yo unos tres millones.

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  4. 100% de acuerdo en que la lealtad hay que ganársela lentamente.
    Además, creo que en esto son prácticamente imposibles las segundas oportunidades. ¿No?

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  5. Totalmente de acuerdo Cea, en la amistad la lealtad nunca es de segunda mano, o de plan B.

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  6. Cómo pueden llegar a doler algunos de los golpes que reciben los amigos. Por suerte o por desgracia puedo decir que ha habido un par de golpes que han recibido en su vida dos grandísimos amigos que me han dolido más que casi cualquiera que me haya dado la vida a mi. Es angustioso.

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