Cuando creces acompañada de 44 compañeras de clase, y en casa, sólo chicos, hay algo que debes mantener bien despierto. Aprendes a pensar rápido, o bien para sobrevivir, o bien para quedar la menos tonta, entre las posibles tontas.
Me enfrento a lo que el poeta, ensayista y narrador, Fernando Aramburu llama con tan buen tino: "La belleza triunfal". “La inteligencia humana necesita ilusiones. Y quien las crea y vende, triunfa”.
Y todo esto, a causa de un artículo, una socióloga y un tema controvertido: El Capital Erótico de Catherine Hakim.
Para ella, este capital es uno de los cuatro activos personales, tras el económico (dinero), el humano (lo que se sabe) y el social (a quién se conoce), siendo el erótico el más complejo de todos. Este, es una suma de muchos factores como la belleza, el encanto, las aptitudes sociales, el estado físico, la habilidad sexual o la fertilidad. Convirtiendo a quién lo posee en un triunfador, especialmente en el mundo laboral. En los otros mundos ya es sabido que el estar cañón abre puertas....
Me quedo muerta, porque aparte añade que todos tenemos déficit sexual. Todos.
Lo primero que hago y a tope de curiosidad es buscar una foto de la autora de este texto, imagino que seguramente será una perfecta socióloga anglosajona, con cara de intelectual venida arriba y sobrada de atractivos. Entiendo que habla con conocimiento de causa y tiene un alto capital erótico.
Bien, la foto no me dice nada, o si me lo dice, me lo callo.
Se supone que la mujeres tenemos más capital erótico, porque le dedicamos mayor esfuerzo, a los hombres les resulta más atractivo y no es ilegítimo aprovechar el capital propio para realizar mayores ventas, o vendernos nosotras mismas. Los guapos/as se mueven mejor en sociedad y pueden negociar lo que sea.
Entiendo que sea un activo, dentro de los cuatro, un plus, no está mal. Está bien.
Siempre que alguna morsa no entienda que esto vale por sí solo y que no tiene porque estar acompañado de un bagaje intelectual.
Confieso mi placaje mental.
Las feministas convencidas, por supuesto, la han puesto verde, pero algunos otros le dan la razón, primero porque esto no es un invento suyo, tiene su origen en un sociólogo francés de la segunda mitad del S.XX Pierre Bourdieu, cuyos planteamientos Hakim utiliza y le da forma, insinuando que es una manera de poder dentro del capitalismo.
Fuera puritanismo, fuera tabúes, fuera encorsetamientos, fuera lo políticamente correcto, fuera formar el intelecto, fuera machacarse en cursos de 300H., fuera el pensar, fuera el doctorado, fuera el master, fuera los cuatro idiomas: la iniciación al chino y el ruso comercial.
Fuera la presbicia, fuera la celulitis, fuera los tutoriales online, fuera leer a Kant, Hegel, Schopenhauer, Heidegeer, o cualquier filósofo al que se le ocurra hablar de estética. Fuera lo teorizante, fuera lo complejo, fuera lo abstracto. Fuera los circuitos culturales, fuera la soporífera y agotadora carrera por cultivar el alma, fuera TODO.
Señoras inviertan en rentabilidad erótica. Señoras compren wonderbras, agoten los maquillajes, ligueros, lencería y demás accesorios. Señoras aprendan a humedecerse los labios, cruzar las piernas, dejar caer la mirada, dejar caer el tacón. Señoras, cómprense una talla menos, fajas y corsés. Señoras lean a John Cleland, al Marqués d'Argens, al Marqués de Sade, a Henry Miller, a Valérie Tasso, por decir algunos.
Metodología de la buena y marco teórico para una de las ideas más arrasadoras y seguramente más reales. No puede ser más chirriante pero más cierta.
¿En realidad, se basaría esencialmente en algo tan simple? ¿Los guapos o los más sexys tienen más seguridad en si mismos, gestionan mejor sus emociones y adquieren mejores aptitudes sociales?. Tal vez, sin generalizar.
El ser humano es tremendamente complejo, no existe nadie plano, no existe la felicidad asociada a la belleza, no existe la rentabilidad plena del atractivo físico, por sí solo, el rollo top model y poco más.
Las personas y las no personas (que en mi vida he trabajado con alguna), son ricas en matices, brillantes en posibilidades, amplias, profundas, variables.
Prefiero el sano intelecto, prefiero la bella inteligencia. E incluso el sexo inteligente.
Y ya puestos a Richard Gere, que me tiene convencida con su capital erótico. Muy convencida.