miércoles, 1 de febrero de 2012

CIUDAD-ANOS

Observamos con distancia la evolución de nuestro espacio urbano. Aceptamos como buenas o como posibles, las imposiciones administrativas, políticas o gubernamentales. Encajamos como podemos el vivir en ciudades no adaptadas al hombre, a su movilidad y a sus necesidades: entorno-persona.
Compartimos esa fealdad permanente que rige los nuevos conceptos estéticos, donde nos engullen más los aspectos comerciales que los artísticos. Es decir, predominan fachadas de famosos comercios y la estética la marcan los escaparates de Zara o Fnac.
Dejamos por imposibles las cuestiones patrimoniales dotándolas de lastre económico e incultura colectiva, sin normativas firmes y tajantes de conservar y proteger.
Pero no siempre fue así, de hecho para los que amamos el Arte, la ciudad, en un principio, fue la determinante del Arte.
Cuando el hombre sin saberlo convirtió la urbis en el escaparate más perfecto de la estética y la belleza.

Todas las civilizaciones antiguas compitieron por crear, con estilos muy diferentes y fines diversos, ciudades monumentales.
En el Imperio Romano, el concepto de la ciudad creció directamente dependiente de un concepto humanista. Todo lo que originaba, el orden, la composición, la estética, los espacios, estaban vinculados a parámetros de ciudad- práctica, pero bella. Las primeras intenciones de crear un Arte en si mismo, unos espléndidos y inigualables precedentes urbanos, orientados a embellecer las ciudades. Siempre fue más importante el exterior que el interior.

La conciencia colectiva de mantener un entorno rico y que enorgulleciera a sus habitantes, una sensibilidad alejada de cuestiones religiosas o profanas, la cual esgrimió unos modelos arquitectónicos, que aún hoy seguimos estudiando y validando como cánones perfectos.
Maravillosas columnas sosteniendo impresionantes frontones, obeliscos, portas, templos, mausoleos, teatros, foros, circos.
Hoy visitamos boquiabiertos lugares de excelentes virtudes técnicas, precisas, secuencias rítmicas, solemnes, grandiosos. Y que fueron transmitidos de época en época, siglos tras siglos.
En el Renacimiento, se recupera esa concepción tan arraigada en épocas griegas y romanas, de la definición del espacio urbano como espacio estético. Plazas y escultura urbana, recordemos que el famoso David de Miguel Ángel nació para estar ubicado en el exterior, cuajadas de una sensibilidad donde Arte y entorno urbano caminan paralelos.
Se planteaba la primacía absoluta de la belleza formal frente a cualquier otra consideración.
Desarrollo y reacciones a un clasicismo que sometido a principios de un idealismo supuso un reto para artistas y mecenas.
El Barroco, fue sin duda la expresión máxima del Arte urbano, solo una, UNA, de la fuentes concebidas en la ciudad de Roma, es sin matices, el ejemplo más firme de ciudad bella.


Y así crecieron las grandes ciudades en todos los periodos artísticos, todo movimiento implica una evolución. La escala estética proporcional a la virtud humana.

Y ahora...

Ahora necesitamos ciudades de supervivencia, donde no ser absorbido por el tráfico y sus derivados.
Ya no buscamos conceptos estéticos y, si los buscamos, no tienen criterio humanista. Ahora la premisa es consumista, de mercado, no se rigen por estéticas conjuntas.
Las rotondas de nuestras ciudades alardean de mamotretos escultóricos de dudoso gusto y poco consenso.
Los nuevos espacios, como plazas, barrios, avenidas, conjugan criterios basados en lo practicable, o con suerte disponer de escasas zonas verdes, de difícil mantenimiento. Coexistimos con una necesidad de volumetrización de la ciudad, tanto desde el punto de vista constructivo como perceptivo. Volumen y más volumen, sin ningún criterio.
Sin duda no podemos volver a estéticas del Renacimiento, ¿pero, podemos recuperar de alguna forma los principios de conmensurabilidad, la belleza basada en la armonía?
¿Son armónicos nuestros espacios urbanos?
Los que nacen nuevos, ¿tienen una estética que pueda formar parte de las corrientes artísticas? ¿Que queda de la ciudad y su Arte en los nuevos barrios y urbanizaciones?
Suponemos que hay un nuevo canon, el Centro Comercial.

Pero hemos tenido suerte, en el ámbito urbano ha surgido un nuevo elemento que está ayudando mucho a la elevación suprema del concepto “ciudadano” .
Yo los he definido los CIUDAD-ANOS.
Y sí, si es lo que parece, me refiero a ellos como los elementos “tontos del culo”. Son directamente proporcionales a los anos más desagradables del planeta, son anos, sólo eso. No tienen cerebro, ni corazón, ni alma, ni siquiera tienen ojos, no. No tienen nada que les proporciones una condición digna.
Ya que indigno y lamentable es a lo que se dedican.
Las pintadas.

Esas decoraciones maravillosas que inundan nuestras calles y nuestros monumentos, nuestros rincones favoritos, nuestras plazas y todo aquello que debemos cuidar y defender como civilizados y racionales pobladores de las ciudades.


No me imagino Florencia pasando por esto, allí están orgullosos de sus fachadas, sus fuentes, sus palacios, sus iglesias, tienen o deben tener ese orgullo de tradición, historia y educación, por no decir “respeto”.

Les deseo lo peor la verdad. Paso de cortarme un pelo. Lo peor.

1 comentario:

  1. Has hallado una definición-adjetivo perfectamente sintética, amén de evocadora. Plas, plas.

    ResponderEliminar