sábado, 5 de septiembre de 2015

SEPTIEMBRE

Confieso que he vivido una mala época. Lo confieso porque tengo la perspectiva del tiempo y la terapia de la superación. Superado todo en una semana pegadita al mar, hablando con él y sintiéndolo en cada poro de mi piel. Superado paseando por la vieja Roma, sentada en sus escaleras tomando patatas de bolsa y latas de cerveza. Superado porque tienes sonrisas de 13 años que se acurrucan en tu vientre para dormir la siesta. En fin, superar así la inseguridad, la ansiedad, el miedo, los hospitales, es fácil. Lo reconozco.
A la mierda. 

Porque tenía que llegar septiembre, era inevitable. Y septiembre a veces trae la lluvia y nos renueva del pegajoso calor estival. Y llega septiembre cargado de dolor ajeno. 
A la mierda mi yo.

El dolor ajeno jode que no veas y paso de respirar lentamente a respirar compulsivamente, respira hondo nena si no morirás antes de la romería. 
Tengo una amiga especial que me hace terapias de whatsapp, tengo una amiga especial que tiene mas entereza que toda Gran Bretaña junta, tengo una amiga especial que se ha quedado sola ante el toro y tiene que torear. Y yo tengo ovarios renovados para cruzar con Aníbal los Pirineos.

La jodida realidad que no sabes por donde cogerla. Y entonces si te quejas te arde la médula espinal, te viene del estómago un cargo de conciencia tan fuerte como millones de truenos en noches vacías, el corazón te manda impulsos agrios, espesos, hirientes, febriles. Tener un puto corazón reclamando todo el día que no mires para otro lado.

Porque me parto de la risa, paso de ver a la pava-mona de turno en Instagram con sus selfies recién levantada, en la proa, en el gim, a ver el niño muerto flotando en la orilla. Oye!!! perdona??

Estamos fatal, lo estamos.





¿La sentís? ¿Podéis notar su desesperación? Un minuto, o quizás menos. Imagina que te tienes que sentar en el suelo arropar a tu hijos, esconder la cabeza entre sus brazos y apretar los dientes fuerte, fuerte. Cuesta respirar, de verdad, no encuentro el aire por ningún lado. No aparece. No tengo ni idea de como hacerlo. Pero al levantar la cabeza quiero que aparezca mi casa, mi cama de dos colchones, mi porche con piscina, mi cocina de marca italiana, mi vestidor cargado de clotheszaraforever. 
A la mierda mi yo.

Sigo sin respirar. Llevo horas sin respirar. 

Y entonces sigue septiembre. Y aparece otra imagen. Incomparable a la anterior, pero también dramática. En ella se refleja la misma y desagradable acción humana. Solo es un animal en los huesos. Pero es el animal en los huesos que nunca imaginaste en los huesos. Algo se está derritiendo y por ello desaparecen los ecosistemas y todo los animales en su cadena natural sufren y padecen. 





Y sin terapia alternativa, sin necesidad de más médicos y sin gestión de recursos propios, me siento llena, como una balsa a punto de desbordarse. La perspectiva me dice A. 
Efectivamente algo se está derritiendo. Pero no soy yo. Genial. Estoy ante el espejo. ¿Qué coño queremos los que lo tenemos todo para estar siempre queriéndolo todo?

Y sigue septiembre. Y encuentro una maravilla. Y todavía sigo en el espejo y me sale la risa floja. Esto es muy buuuuueno. Esto es demasiado. Gracias señor.
Existe Leon Bridges. Sin palabras. Literal, sin palabras.

Besos. Os quiero,( a los que se lo merecen...)