sábado, 25 de junio de 2011

PLACES AND TOWNS

 
Yo no tengo, ni he tenido, una granja en África.
Pero he podido sentir los alisios en la costa de Mombasa. Los vientos más sensuales del planeta. Cálidos, susurrantes, hipnóticos. Como Mozart, como un clarinete. Configuran en la gente un estado de permanente lentitud, de miradas profundas, no existen las miradas planas en las costas de Kenia, todo tiene luz y color.

  
Yo no tengo, ni tendré, una pirámide en el Yucatán.
Pero he sentido el atardecer de lunas brillantes, más espectacular creado por el hombre, sobre la selva de Chichén Itzá. El enigma de la historia unido al poder y misterio de las piedras. La magnitud de todo, su fuerza aplastante, como si tu conciencia rechinase por el peso de ver algo tan bonito, tan magnético, tan diferente a todo, con tanta dignidad.

Yo no tengo, ni podré tener un zoco a orillas del Mediterráneo.
Pero he paseado por las estrechas y enigmáticas calles de Kairuán, la ciudad más santa del Magreb.  Con su imponente y silenciosa mezquita, tan antigua como hermosa, tan fuerte. El azul del mar y las secas tierras de Túnez, con esa sorprendente cercanía a mi tierra, entrañable y sorprendente.
Y Cartago esencia arqueológica, totalmente respetada, venerable, cuajada de historia, de leyenda de verdad.

 
Yo no tengo, ni me dejarán tener, un pub en Whitechapel.
Pero si he tomado en uno de ellos, la cerveza más caliente, larga y placentera de mi adorado Londres. La ciudad de mis desvelos juveniles. La victoriana ciudad, de la que viví enganchada con mis novelas de Wilkie Collins. La ciudad de la cultura, del mestizaje, de lo "under", de lo "ground". La ciudad perfecta para pasear, para convivir.

Yo no tengo, ni seré digna de tener, un TAJ a orillas del Yamuna. TAJ significa Corona.
Pero he vivido una subyugante y mágica puesta de sol en la ribera del Yamuna, sentada en la terraza del Taj Mahal. Tiene ese lugar un espíritu vivo, esa espiritualidad que te convierte en pequeño, frente a la fortaleza de lo eterno. Porque la India es completamente eterna, bella y brutal. La India es la vida.


 
Yo no tengo, ni puedo tener, una ciudad entre dos continentes.
Pero he recorrido el Bósforo, navegando por sus aguas, como si todas las culturas que recorrieron nuestros pasados confluyeran en mi: persas, romanos, otomanos, cristianos, judíos, árabes. Mezquitas, palacios, bazares, torres, puentes, mercados. La ciudad de las ciudades, la que para sí quiso Napoleón, que dijo, “si la tierra fuese un solo estado, Estambul sería su capital”. En la que yo, querría enamorarme.

Yo no tengo, ni jamás fue mío, un palacete en el Fiésole.
Pero si he vivido en las ciudad más bonita jamás inventada. Donde vibras y respiras con el aliento de la perfección, el arte más perfecto. El David, Bruneleschi, La Primavera, Dante, Miguel Ángel. Donde llegué siendo cuerpo y niña, de donde partí siendo alma y mujer. Mi ciudad.




Pero si tengo......

El Imafronte barroco más relevante del arte español. La ciudad de las plazas, de la calidez, de la conversación en las esquinas, de los adarves y las cañicas.
Una ciudad cada día más viva y participativa. Con muchas ganas de crecer. De aprender a respetar lo legado y transformarlo en cultura.
Porque esta ciudad está llena de cultura. La agenda está completa, los festivales, las exposiciones, las iniciativas de los pequeños, las iniciativas de los poderosos. Los nuevos y valientes centros de creación artística, los nuevos bed and breakfast, la nueva gastronomía. Espacios para fotografía, para música, danza, para niños, de interpretación. 
La ciudad que no se resiste a ser periférica. Sin el p---  AVE, sin el gran museo de reclamo, sin la capitalidad europea, sin abundantes gestores culturales, todavía endogámica, sin carril bici......, sin ser bonita.
La pequeña ciudad que está realizando un intenso esfuerzo por compaginar tradiciones y vanguardias, luchando por destacar y no ser olvidada.
La ciudad que lo puede tener todo, y lo debe tener todo.


miércoles, 15 de junio de 2011

LA IRREVERENTE


A grandes dosis de estupidez, grandes dosis de humor.
He tenido unos días de reflexión interior, que me han llevado a elaborar un mapa de imbéciles.
Dicho mapa, es desde mi punto de vista un acertado reflejo de muchos de los desatinos con que la naturaleza humana nos premia, a algunos, por nuestros profundos pecados.
A mi abuela le hubiera encantado verme como pecadora, pero como este es mi espacio, ni me voy a definir como pecadora incapaz de doblegarse (que lo soy), ni por supuesto como imbécil (que no lo soy).
Por que yo lo valgo.

Mapa de imbéciles:

*El imbécil aventajado: Mamado desde la cuna, es decir, genética obliga, se ha reeducado en una imbecilidad pueril e inocente. Al nacer imbécil, lleva la ventaja, por así decirlo, de no tener que dar explicaciones en que momento pasó a dicho estado. Se caracteriza por la cortedad de ideas, negligente para evolucionar y paralítico mental. Me viene a la mente mientras escribo estas letras, una tarda ministra en activo, que es visualmente imbécil y verbalmente indefinible.


*El imbécil mosca: la mosca como todo el mundo sabe, vive una media de 15 a 25 días, y según ha publicado recientemente Björn Brembs, en la revista Proceedings of the Royal Society, “el comportamiento de las moscas, aunque no es completamente libre, no está completamente constreñido”, es decir, este colego/colega, tiende con enorme facilidad a escaquearse de su condición de imbécil. Supera el manotazo, el fogonazo e incluso los sprays más elaborados. Al tener una vida tan corta, su existencia fugaz alivia el soportarlos. Lo que ha sido tradicionalmente una mosca cojonera.


*El imbécil ilustrado: el leído, el que se lo cree, que se cree que no es imbécil, digo. Carismático, creíble. Suele ir acompañado de gran autoestima, tras la cual esconde graves complejos e inseguridades, que al no tener superados, plasma en su día a día, con un elaborado desprecio por los demás. Al creérselo tanto, transmite confianza y manipula mentalmente con su constreñida y persuasiva actitud de, “soy el Rey, de los imbéciles pero el Rey”.

*El imbécil abrelatas: no sirve nada más que para una cosa. Más conocido como imbécil de usar y tirar. Es un tipo/tipa en el cual no se puede confiar una mierda, de repente se convierte en una persona amigable e incluso útil, hasta que se vanagloria de saber más que tú, de todo aquello en lo que puede transitar una conversación liviana. Un “listo de pacotilla” situado en un escalafón intelectual muy por encima de lo permisible y respirable.

Apartados exclusivamente masculinos:

el imbécil dotado, pero emocionalmente incapacitado
el imbécil transgénico, trasnochado, y nada higiénico
el imbécil fácil, aburrido y grácil
el imbécil sin calorías, ni colesterol, ni parabenes, no te da alegrías
el imbécil conquistador, con una espada y un salacot triunfaría en el Benidorrrrr
el imbécil genuino, el más mezquino
el imbécil malcriado, no te libras de ser babeado
el imbécil vanidoso, listo como un oso, mentiroso y casposo
el imbécil cobarde, siempre llega mal y tarde

Apartados exclusivamente femeninos:

la imbécil de turno, la de la cola, la de quien da la vez, solo la aguanta el taciturno
la imbécil con poder, siempre preregla, o postmenopaúsica, la cuestión es joder
la imbécil envidiosa, se siente una diosa, pero solo es gaseosa
la imbécil desequilibrada, peor que una semana sin cagada
la imbécil entusiasta, con poco se convierte en una plasta
la imbécil borde, triste y acomplejada, estaría mejor fuera del orbe
la imbécil visceral, peor que un dolor abdominal
la imbécil lista, encantadora habitual, acaba con el mejor optimista

Y por ultimo.........................
la imbécil irreverente, se lo pasa diferente y la adora su gente.




viernes, 3 de junio de 2011

IDENTIDAD PATRIMONIAL


A Elisa Franco

Un día cualquiera del año 1993, un grupo de hombres se adentra en la ciudad de Mostar. En medio de una de las guerras más sangrientas y voraces de la segunda mitad del S. XX en Europa.
Su misión no es humanitaria, o así lo puede parecer. Bajo el fuego de las armas y rodeados de un doloroso drama humano, se mueven entre escombros intentando dar sentido a su cometido, intentando que el sufrimiento y la muerte de tantas personas no empañe su fin, un fin justo, pero incomprendido.
¿Que hacemos aquí realmente?, ¿Proteger y defender un puente, es más importante que ayudar a las personas?
Ese puente, no es un puente cualquiera, es un símbolo. Es el símbolo más importante de un pueblo destruido, un nexo de unión cultural, un ejemplo de tradición y convivencia. Significa muchas cosas, como para no defenderlo.
Encabeza esa misión José María Ballester, técnico europeo especializado en cultura, velador del mantenimiento y la conservación del patrimonio europeo. Luchador incansable por la recuperación de tantos elementos en peligro, que aunque siempre firme y seguro de su trabajo, muchas veces en medio de la más pura desolación, se plantea el sentido de su esfuerzo.
¿Pero vale la pena? ¿La lucha por la conservación, protección y recuperación de nuestro patrimonio, vale realmente la pena?
Su respuesta siempre, es la misma. Si, vale mucho la pena.
Primero por su instinto, su experiencia le dice: que un puente, una biblioteca, una iglesia o un castillo generan una base cultural que fomentan el equilibrio y la estabilidad en la población. Vehículos de cohesión social, más allá de lo puramente histórico y estético.
Segundo, el patrimonio de un lugar genera en sus habitantes, identidad, son valores seguros inseparables de la idea de pluralidad histórica. El patrimonio cultural material e inmaterial se ha convertido en una exigencia social, de conocimiento y de reconocimiento.

En la “Cumbre de Viena de 1993”, se toma conciencia por primera vez entre todos los jefes de gobierno europeos, que existe un patrimonio europeo como tal, surge una dinámica nueva , alejada de la tradicional formula conservacionista.
Las bases más sólidas las plasma en 1972, la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en su 17a reunión celebrada en París el 21 de noviembre.
Se establece un marco legal, políticas, normativa y actuaciones en el ámbito europeo.
Las políticas y las prácticas en materia de patrimonio cultural han sufrido un desarrollo espectacular en el curso de los últimos treinta años.
Instrumentos políticos y fuerza jurídica respaldan programas de cooperación intergubernamental, desarrollados tanto desde el marco de la Unión Europea, el Consejo de Europa y la Unesco.

La gestión del patrimonio se llama tutela, con cuatro objetivos básicos: conocer (investigar), proteger (catalogar), conservar (intervenir) y comunicar (difundir).

El pasado 11 de Mayo, la ciudad de Lorca sufrió una herida difícil de curar. Con una dramática experiencia vital y personal de sus gentes, la desaparición de nueve de sus vecinos y de sus hogares. Son daños humanos irreparables.
El patrimonio inmueble de la ciudad de Lorca se encuentra en una situación complicada y difícil. Son muchas las grietas de la ciudad, está duramente resquebrajada.
En nuestra Región no ha existido nunca una conciencia por la conservación y mantenimiento de nuestro patrimonio cultural. Solo reaccionamos y no siempre en la medida justa, cuando sentimos que lo perdemos, cuando creemos que nos lo arrebatan. Hay que educar en la importancia de conservar nuestros bienes y tradiciones, como fuente inequívoca de nuestro desarrollo y crecimiento como Región.
Los que creemos en la fuerza de la defensa de los conceptos antropológicos y humanistas del patrimonio, y mucho más en su concepción sociológica, apostamos en estos duros momentos por su indiscutible carga de valores colectivos, su forma de ofrecer aprendizaje, riqueza e identidad.

La pronta recuperación de los bienes patrimoniales dañados en Lorca, supone una apuesta firme por la particularidad local de esta ciudad. Lugares de integración que deben ser dignamente mantenidos y perpetuados, como espacios tangibles de cultura y comunicación.
La singularidad de estos inmuebles afectados y su inclusión en el modo de vida local, dan forma a la ciudad. Recuperarlos como elementos vivos y activos, de un pasado, con miras al futuro.
Yo he estado allí, lo he visto y lo he sentido.
Preservar el patrimonio de Lorca es un trabajo de todos. Es necesario facilitar el rápido acceso de la población a sus rutinas, a sus apreciados bienes y a sus cotidianas experiencias.
Su patrimonio histórico ahora dañado, es un recurso de confianza de la comunidad en si misma.