Ya me he cansado y no puedo más. En el ámbito que yo me muevo hacer una afirmación como esta es cerrarse puertas o directamente ponerse la soga al cuello. Ser tachada de rancia o inculta. Me da exactamente igual.
Dice el artista de esta exposición que lo que pretende con sus obras es, "quitar solemnidad al arte".
Primero la palabra ARTE ya lleva intrísica en si misma, unos parámetros de expresión, virtud, sentimiento, belleza que yo sinceramente no le veo por ningún lado a los frigopies de Lenin. Los que veo más cercanos a la pretecnología y a la tomadura de pelo.
Segundo, el arte ya fué restado de solemnidad cuando fue democratizado y pasó a ser gestionado por funcionarios.
El Arte en todos sus devaneos históricos ha tenido una principal función y una conciencia basada en el respeto del creador al espectador. De puesta en valor por el que lo pagaba y de disfrute para el pueblo, desde el respeto, insisto.
Dice un comentario de esta notica que al Arte ya se le restó solemnidad cuando surgió la corriente Dadaista. Esta que quería ser antiarte, surgío como una postura de negación al canon artístico y literario del momento, opuesto al concepto de razón del Positivismo. Y con valores tan importantes como la imaginación y el automatismo, que luego recogerá el surrealismo. Lo que quiere decir que esta corriente tenía un fundamento sólido de expresión. Aunque se le restara solemnidad, tenía una razón argumentada en su manifestación.
Este artista plástico, entendiendo el Arte Plástico como, "la pintura, escultura y arquitectura en cuanto que sus obras se captan fundamentalmente por la vista", claramente no puede ser más plástico, porque no llega al intelecto, se detiene en la vista.
A lo largo de la entrevista no dice que precio tienen los frigopies y si dice, que su inspiración fué la decoración interna del congelador.
Se expresa bien y argumenta su obra en el sentido del humor, en una postura de cercanía al público y se desliga de la metodología proyectual. Y dice " no he podido hablar todavía con nadie demasiado en profundidad".
Define su obra con ideas tan antagónicas como sublime o tonto, serio o jocoso. No lo pillo, o es sublime o es tonto.
Sinceramente creo que estoy siendo muy injusta, debería ir a la galería sentarme allí unas seis horas, analizar estos frigopies de Lenin desde diversos puntos de vista y charlar con el autor. Y no desparramar mi indignación solo por un artículo de periódico, sin sólidos fundamentos.
Bueno a ver si la próxima vez con su tupper gigante en forma de ataud, me convence.
Lo he intentado y lo intentaré, seguiré aprendiendo y por supuesto intentaré que mis pequeños lo comprendan. No me faltarán ni museos, ni galerias de arte supercomtenporáneo que visitar. E incluso me leeré, que ya tengo en casa, el manual perfecto de Adam Lindemann, Coleccionar Arte Contemporáneo.
Pero no me la dan con los frigopies.
Hoy me siento identificada con las palabras de Eduardo Arroyo, artista consagrado y de cierta trayectoria, que dice en una entrevista reciente, "ha triunfado el cinismo, ya nadie cree en nada".
Hoy frente al arte supercomtenporáneo, en algunos casos, sobra hipocresía y cobardía. Y falta clara sensatez.