miércoles, 17 de julio de 2013

SAN AGUSTÍN

Decía San Agustín; "Que la medida del amor es amar sin medida". No me lo dijo a mi, porque no llegamos a coincidir. Yo fui a un colegio solo de chicas, de esos del ostracismo hormonal y la mentalidad rígida. De esos donde el pecado era la virtud de sólo tener malos pensamientos, los pensamientos de una época de rencores a los adultos y a la vida en general. Aunque por lo que tengo entendido San Agustín también fue a un cole solo de chicos. De ídem de lo mismo.
Pero si hubiéramos o hubiésemos coincidido, antes o después, creo que esa fracesita me la habría dedicado a mi. 
Primero porque viene de la boca de un santo, por lo de San, y a día de hoy y antes también, yo solo aguanto a los santos, nivel santo por favor. 
Segundo, porque no tiene sentido amar a medias, pseudoamar, se ama o no se ama. Sin medidas. Para amar con cuotas no se ama. Un cuarto y mitad de amor es algo tan absurdo como las morcillas en el zoco de Sousse (Tunez)



Tercero, porque el humano que yo regento, uno que me dieron al nacer, tiene la convicción que la capacidad de amar y su uso, depende de un esfuerzo y un talento al que hay que dedicar alma, corazón y vida y por ello es una frivolidad insana amar con ligereza, tomar el pelo en el amor y bloquear el sentimiento amatorio en falsas energías y esperanzas.

En resumen: de tal cansancio moral ando yo compuesta, que ante un enorme placaje emocional he decidido recurrir a San Agustín. Un tipo para unas cañas y unas tapas de jamón ibérico. Según profundizo en él, no era ni en exceso racional ni excesivamente fiel al fideísmo, valga la redundancia; "cree para comprender", "comprende para creer". 


Nada tiene sentido si uno no se ama a si mismo. 
Nada tiene sentido si se mide todo.
Nada tiene sentido si no se lucha.
Nada tiene sentido si no te levantas.
Nada tiene sentido si no se ama sin medida.
Nada tiene sentido si no se ama.







Nada tiene sentido sin unos tacones para amar con convicción...