domingo, 6 de febrero de 2011

LA GENERACIÓN DEL ORFI. DOPAMINAS

Nos sentamos en nuestro rincón de siempre.  Les pido que por favor me hagan caso, tengo algo muy importante que decirles.
Todas se quedan paralizadas, porque me conocen, y el “muy importante”, saben que no es gratuito, un mal rollo se cierne sobre mi y seguramente no tenga solución.
M. con cara de -las tranquilizo que si no se me van de madre-, nos dice: a ver te escuchamos pero no es posible que sea tan catastrófico.
Es más que catastrófico, afirmo, y si no que venga Spiderman y me secuestre.
V. que se agarra a su café como si fuese un Louis Vuitton, me dice que no se está enterando de nada, que esta mañana tiene mucho sueño.
Ni que lo digas, nena, porque no te falta detalle: te has puesto todo el joyero y todo el bote de espuma “rizos perfectos” en tu bonita cabecita, pero que sepas que aunque vas pintada como una puerta, tienes todas las sabanas marcadas en la cara.
Siiiiiiiii, dice V. ¡qué mierda de maquillaje! Ni acabado total, ni iluminador mágico. Menos mal que anoche me hice el bigote.
Menos mal, respondemos todas.
MJ. que nació sin paciencia, dice, que ya ha tenido bastante de sesión beauty y que quiere saber la tragedia que estoy viviendo.
Cierto, contesto. La cosa ha sido así: me levanto, me ducho, desayuno, me arreglo, pongo orden mental y físico en mi apariencia y cuando estoy en medio del pasillo que une el salón con la cocina, veo algo en el suelo.
Como ya me he puesto los tacones y estoy encima de ellos y para colmo tengo vista cansada, pues a la primera que no atino. Pero me fijo bien y ¡Joder!, ¡Que es lo que veo!
Por favor, ¡¡que!!. Me gritan.
Pues sin lugar a dudas y con toda la seguridad de mi mundo sapiens, son las DOPAMINAS.
Cuando oyen esto, a todas se les cae el Terracota Mineral Bronzing Powder de Guerlain y se han puesto amarillísimas.
No, no, no. ¡Las dopaminas en el suelo! ¿Todas?
Si, todas, todas las dopaminas que Él posee, ya que las conozco y tiene las justas. Las he contado, están todas. Se le han caído todas las dopaminas.
Vamos a ver, dice M. ¿estás diciendo que a tu chico esta mañana se le han caído en casa las dopaminas, no las ha recogido y ahora las tienes tu?
Si.
Y he consultado en internet rápidamente, les digo, y una vez que se pierden, no se pueden recuperar.
Para A. que las cosas importantes las traduce siempre del castellano al inglés y después del inglés al murciano, todo esto la hace casi llorar y me dice después de dos minutos, darling, estás acabada.
Gracias A. por tus ánimos.
V. que está callada o dormida, me pregunta que por favor se lo aclare todo.
Lo sé V. sé que a ti te lo tengo que aclarar. Mira cariño, esto es lo que hay: mi chico ha perdido todas las dopaminas esta mañana, es decir, las hormonas  entre otras cosas, responsables de la sensación del placer, según los científicos. Y ya os contaré, según yo.
Estas según sus niveles hacen que centres la atención en una persona y no tengas ojos para nadie más. Son hormonas que junto a otras como la vasopresina, adrenalina, serotonina,  son neurotransmisoras dentro del  juego de la atracción y la pasión.
MJ. que está hundida por nuestra mayúscula empatía, no tiene palabras, consigue articular algo que no entiendo y cuando deja de balbucear se va al baño.
Yo nunca he perdido unas hormonas, la verdad, dice A., solo una vez en el Carrefour perdí la paciencia, pero no mis estrógenos. Hay que ser torpe para que se te caigan, eso solo les pasa a los hombres, es que lo pierden todo, todo.
¿Y donde las has puesto?, me pregunta V.
En el horno.
¿En el horno?, ¿y por qué?. Me interroga M.
No sé, para que estén calentitas.
¡Ah¡ ¿Y para que las quieres calentitas?
Por el efecto huevo-pollito, por si se incuban y se reproducen. La verdad me encantaría tener un montón de dopaminas.
¿Y?
Bueno conozco a alguien que a lo mejor le puedan interesar………………….




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