domingo, 31 de marzo de 2013

LA GENERACIÓN DEL ORFI. BIPOLAR

Me he levantado con la causa bipolar en fase creativa y ante tal descontrol he tenido que convocar a mis amigas en plena Semana Santa. En periodos no escolares nos vemos menos y no tenemos citas diarias lo que hace que nuestras acusadas diferencias se marquen mucho más. Lejos de la habitual monotonía. 
Alguna vez hemos intentado, a modo de ensayo clínico, hacer exactamente lo mismo durante una semana para intentar ser más afines: comer ensaladas, pechuga plancha y no tomar ni una sola Coca-Cola, ir a la peluquería las mismas veces, echar lo mismos polvos, mandar el mismo número de mensajes y no entrar ningún día a Zara. Fue imposible, V. se comió una camiseta en Zara por la ansiedad, echó un polvo en la peluquería y para evitar la Coca-Cola se tomó un cubata con cerveza. Llamaron a su marido desde su bar habitual por escándalo público.

Por ejemplo, V. es una fan acérrima de las procesiones. Ha llegado a mi convocatoria cargada de monas con huevo pintados por ella misma. Pese a nuestra insistencia en que no todo tiene que ser kitsch y lo relacionado con la Semana Santa debería ser sobrio, se ha empeñado en customizar cada uno de los huevos inspirándose en distintas canciones de los Bee Gees. Yo solo he visto un par de huevos de reojo, pero me han recordado bastante a una fiesta en la que estuve en Ibiza donde un pandilla de gays llevaban unos tangas con caritas simpáticas en su parte delantera. El famoso Smile de los 80. No quiero ni pensar la cara de las señoras de la puerta del Drexco cuando los niños de V. les den las correspondientes monas con huevo.



M.J. es muy doliente en los ambientes de Semana Santa, sufre mucho por todo, le da pena la Virgen, le da pena el Cristo Nazareno. Con los Cristos Crucificados presenta un claro estado de shock traumático con llantinas y sollozos, en alguna ocasión los anderos se han dejado la imagen para atenderla. Murmura palabricas de ternura a los que van descalzos y les da consejos para las  durezas. Se lanza como una posesa a ayudar a los que llevan mucho peso o varias cruces, dejándose el pellejo en medio de cirios y estandartes. Sonríe y mira con cariño a los maceros del Ayuntamiento y a los concejales les aplaude a rabiar. Su familia le aconseja que haga todas las guardias y que no pise la calle hasta el domingo de Resurrección. Lleva cinco días sin salir del hospital. 

A. que es guiri, no entiende nada. No termina de encajar la mezcla de folklore y fervor,  las viandas y la vigilias, las manolas y las alpargatas. Que la gente se siente a recibir de sus familiares lo que ellos mismo han ayudado a cargar unos minutos antes. Lo inútil de tanto caramelo, el primer año intentó hacer un pudin para aprovechar todos los que les habían dado a los niños, los mezcló con pan y nueces y le salió de puta madre a la muy jodía. Eso sí, se ha puesto a hacer torrijas y las ha enviado por MRW a Inglaterra, donde tiene encantado a todo el pueblo de sus padres,  la llaman "Viva la Virgen de la Torrija". Le han mandado varias fotos por whatsApp del "momento atracón" que nos enseña. Los vecinos ingleses están mojando las torrijas de A. en cerveza Hobgoblin calentita. Le dicen que les encanta la Semana Santa y que tienen congeladas la mitad del envío para el verano. 



M. pasa de todo. La última procesión que vio, cuando tenía doce años y todavía no se había tatuado nada, tuvo a bien hacer un análisis rápido de la situación a una tía abuela suya que tenía sentada al lado. Según M. (con la tierna edad de doce), la Semana Santa es una expresión popular de origen cristiano pero que ha adaptado a lo largo de la historia distinto referentes de la literatura más carnal y dramática. Ella veía un claro reflejo de los hermanos Grimm con mezcla de Umberto Eco y rasgos inequívocos de Edgar Allan Poe. No se puede ser más inteligente o estar más tarada. Por supuesto estuvo castigada tres años a no leer libros con contenido. Con contenido en general. Por ello es una experta en Corín Tellado.

Se sientan, las miro, cada una con esta historia año tras año. Me relajo, se me pasa todo. 
Pedimos el desayuno, unos cafésconleche y unas tapicas para compartir; olivas y anchoas para todas. 

Y luego la bipolar soy yo.








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