El caso es, que una crónica de verano daría para mucho de surrealismo, sea este mi caso. Bien planteado, hasta histriónica e incluso delirante.
Cuando más animada estaba, así como deseando descargar mis experiencias de "Una noche de Verano", y recibir mogollón de entradas de todas las mentes calenturientas del planteta, me ha dado el bajón.
Y la culpa de mis bajones en la rentrée a mi ciudad habitual, de vivir habitual, donde habito y deambulo, son los solares. Esa extraña habilidad que tiene mi ciudad para que durante el mes de agosto, proliferen los solares. Eso tan tradicional de: "se nos ha caido y nadie sabe como ha sido". Donde había un ruinoso pero bonito y antiguo edificio, cerca de un entrono BIC y posiblemente inmueble catalogado, ahora tenemos, el solar. Preciosísimo donde los haya, oiga. Sin duda, ha sido el calor, el único y absoluto culpable, nada tiene que ver el Ayuntamiento, por supuesto que no.
Creo y empiezo a estar convencida de que es tendencia en mi ciudad y soy yo la que ando despistada y bastante out. Sin enterarme de que la moda de tirar y no rehabilitar y no respetar, es lo que se lleva. Estoy más desfasada que la moto de un hippy.
¡Pero mira que es bonito el nuevo solar de la plaza de San Pedro!. En esa zona de las terracitas y los bares con sus atractivas marineras y cañicas, ha sido todo un acierto, colocar un buen solar, de esos de valla cutre y vacío doloroso.
Yo aplaudo la iniciativa, porque además para alegría de todos nosotros, el novato solar está a la venta. ¡Si señor!, un solar con sus vistas y todo, su porquería en cuatro días y sus lindos roederos.
Como me aburro, sin playa, sin paseos por Londres, sin visitas a la colecciones de arte en Madrid, sin escapadas a Málaga, sin nada con lo que matar el rato. Me he puesto a establecer un serio ranking de solares en mi ciudad.
Por supuesto el capitán del barco y señor de los mares, es el yacimiento de San Esteban. Una persona como yo, no debería llamar al yacimiento y a todos sus restos arqueológicos, de esa calidad, repercusión mediática, riqueza y tal, solar, no. No nos equivoquemos, no lo he llamado yo, lo dijo precisamente un señor trajeado y con zapatos con cordones, hace unos meses delante de mi en una de las esquinas del yacimiento: ¡Anda, y este solar tan enorme!.
En fin, yo después de oir la blasfemia, santiguarme y seguir arrodillada hasta mi parking de Vibelsa, confirmé para mis adentros, que no estaría de más que las instituciones competentes colocáran en sitio bien visible un gigantesco panel o cartelón, plotter o pizarra vileda, con las características y biografía del yacimiento. Para que no haya equívocos ni malas interpretaciones.
Sigo, otro de nivel, es el frustado espacio de obra social y cultural de la CAM en la calle Trapería, en el antiguo edificio de La Oca. Este con proyección de eternidad, ya lo adelanto, por mucho que lo disimulen. Un edificio de empaque, señorial, con algo de la Trapería, así como que estaba mono. Nunca tuvo que sucumbir a la pala y a ser derribado, no tenía ningún problema estructural. Pero como es tendecia, lo primero a pensar y definitivo, es la cutre e inculta idea de: "lo vamos a levantar chipiguay", con los logos de la CAM (RIP) en todos sus frentes y las esquinas.
El solar de mis dolores, por supuesto, y por mucho que me lo discutan, es el del maravilloso palacete Ponce en el inicio del Paseo del Malecón. Seguir durante años la decrepitud de ese incomparable inmueble, único, solemne, cargado de historia, fue realmente penoso para La Independent, que a veces, aunque no lo parezca, la tipa del tacón tiene sentimientos.
Y ahí lo tenemos, el solar más sexy y catalogado de la ciudad de Murcia. Per sécula seculórum.
No quiero ni pensar, prefiero drogarme.
Llegados a este punto, muchos de los que hayan llegado a este punto, es decir, leído todo lo anterior y atraídos por el rocambolesco título de esta entrada, dirán precisamente que, ¿qué tienen que ver la divina Coco Chanel, y los huevos de codorníz con los solares de la ciudad de Murcia?. Obviamente poco o nada que ver, sólo que son terapia para mi.
La primera por su espléndida elegancia, carisma y personalidad. Siendo yo una gran fetichista de las mujeres con fuerza, me la intento imaginar abrazada al único cuadro que compró en su vida. Una pequeña obra de Dalí. Una espiga dorada sobre un fondo negro. Así, la vida sutil sobre negro. A ese dorado rayo de sencilla inspiración me aferro yo, ante un feo y patético solar.
Y los huevos de codorníz con jamón de pato, nada tienen que ver con nada. Simplemente estaban en mi móvil al lado de la foto del solar.
La bella y la bestia. Pura Murcia.
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