¿Que es exactamente la proporción de las cosas?
¿Es bueno que todo esté proporcionado, en su justa medida, en el tamaño ideal?
¿Es bueno que todo esté proporcionado, en su justa medida, en el tamaño ideal?
No. Ser desproporcionadamente rico, no debe estar nada mal.
En muchas cosas un equilibrio es bonito. Un cuerpo humano proporcionado, en armonía, dota al que lo posee de cierto estatus de cuerpo Danone, de bienestar mental, a la par del bienestar de encontrar tu talla a la primera.
De esto existe mucho escrito, teorías y justificaciones de todo tipo.
Retomar el mito de que los antiguos griegos estaban sujetos a una proporción numérica específica, esencial para sus ideales de belleza y geometría. Estos, aseguraban que la proporción conducía a la salud. Ser simétrico es más sano, en fin.
También conocida como la Divina Proporción, la Media Áurea o la Proporción Áurea, este ratio se encuentra con sorprendente frecuencia en las estructuras naturales así como en el arte y la arquitectura hechos por el hombre, en los que se considera agradable la proporción entre longitud y anchura. Agradable, estoy de acuerdo.
Pero vuelvo a la desproporción.
La desproporción del Surrealismo por ejemplo, planteó un nuevo orden en el arte, en el concepto de belleza. " Las Señoritas de Avignon" obra del genial Picasso, son de evidente hermosura en su intencionado caos, en el supuesto desorden de su composición, en su anarquía.
Yo he descubierto el placer de la desproporción.
La desproporción de mi obsesión radica en el ansia. El ansia de metamorfosearme en asfalto.
Las ciudades gigantes producen en mi un placer infinito.
Enormes avenidas que no tiene fin, alturas imposibles desde donde intentar alcanzar el cielo. Barrios, más barrios, arquitectura corriente, edificaciones excepcionales, rincones acogedores, retros, espacios de luz, de vida, de soledad, incluso.
Las secuelas de un skyline son bastante poco digeribles, ya que las comparaciones son odiosas, muy odiosas. Las secuelas de un skyline son desastrosas, no puedes quitar de tu mente esas millones de luces y la energía que irradian.
Me encuentro en el momento oportuno en lo más alto de la ciudad, desaparece el sol y comienzan a surgir millones de luces de todas las intensidades; no puedo hablar, me cuesta pensar, tengo unas ganas tremendas de llorar. Hay mucha gente, me empujan, se apretujan contra la barandilla, pero predomina el silencio. Yo estoy colgada, estoy tremendamente colgada y miro hacia todos lados, hay mucho espacio ante mi y me siento pesada, me encantaría volar.
Es lo que he deseado durante mucho tiempo, un skyline, y lo tengo delante, el de NYC.
Ahora que lo tengo tan lejos me encuentro con disfunciones varias, (bueno algunas nunca funcionaron bien), tristeza sintomática, estrecheces y mal humor general. Espero encontrar pronto una compensación eficaz, ante tanto mal rollo.
Al volver a la ciudad pequeña he perdido mi libertad, duró poco, pero fue fantástico.
Pederse es poco habitual en una ciudad de tamaño pequeño, es bastante complicado, es imposible.
Los extremadamente urbanitas como yo, deberíamos, perogrullada a parte, poder vivir en la ciudad que nos retroalimente, una "urbe creativa". Hace más de un lustro el escritor Richard Florida teorizó sobre este término, exponía que la clase "creativa" aceleró el crecimiento económico de algunas urbes en Occidente.
La capacidad de una ciudad de sostener un estilo, basado en la cultura colectiva y la convivencia. La ciudad te retroalimenta y tu la alimentas a ella. Un medio fácil donde vivir y desarrollarse, un ámbito que pueda prolongar tu personalidad y enriquecerla. No bloquearla.
Es fascinante que eso ocurra.
Yo muero por encontrar, de una vez por todas, esa clase "creativa" en mi ciudad. La que innova, la que rompe esquemas, la que se arriesga, la que fluye entre tópicos y vanguardias, la que no tiene miedo, la que grita, la fuerte, la que tiene clase, grupos variados pero sólidos, sin las habituales envidias, dejando hacer, construyendo. A ver si eso me hace olvidarme de que no tengo ni una pizca de skyline.
¿Todos vivimos en la ciudad que hemos elegido?
Bastante imposible. Ninguna es perfecta.
Enormes avenidas que no tiene fin, alturas imposibles desde donde intentar alcanzar el cielo. Barrios, más barrios, arquitectura corriente, edificaciones excepcionales, rincones acogedores, retros, espacios de luz, de vida, de soledad, incluso.
Las secuelas de un skyline son bastante poco digeribles, ya que las comparaciones son odiosas, muy odiosas. Las secuelas de un skyline son desastrosas, no puedes quitar de tu mente esas millones de luces y la energía que irradian.
Me encuentro en el momento oportuno en lo más alto de la ciudad, desaparece el sol y comienzan a surgir millones de luces de todas las intensidades; no puedo hablar, me cuesta pensar, tengo unas ganas tremendas de llorar. Hay mucha gente, me empujan, se apretujan contra la barandilla, pero predomina el silencio. Yo estoy colgada, estoy tremendamente colgada y miro hacia todos lados, hay mucho espacio ante mi y me siento pesada, me encantaría volar.
Es lo que he deseado durante mucho tiempo, un skyline, y lo tengo delante, el de NYC.
NYC Agosto 2011, foto de Hemult Elliott PP |
Ahora que lo tengo tan lejos me encuentro con disfunciones varias, (bueno algunas nunca funcionaron bien), tristeza sintomática, estrecheces y mal humor general. Espero encontrar pronto una compensación eficaz, ante tanto mal rollo.
Al volver a la ciudad pequeña he perdido mi libertad, duró poco, pero fue fantástico.
Pederse es poco habitual en una ciudad de tamaño pequeño, es bastante complicado, es imposible.
Los extremadamente urbanitas como yo, deberíamos, perogrullada a parte, poder vivir en la ciudad que nos retroalimente, una "urbe creativa". Hace más de un lustro el escritor Richard Florida teorizó sobre este término, exponía que la clase "creativa" aceleró el crecimiento económico de algunas urbes en Occidente.
La capacidad de una ciudad de sostener un estilo, basado en la cultura colectiva y la convivencia. La ciudad te retroalimenta y tu la alimentas a ella. Un medio fácil donde vivir y desarrollarse, un ámbito que pueda prolongar tu personalidad y enriquecerla. No bloquearla.
Es fascinante que eso ocurra.
Yo muero por encontrar, de una vez por todas, esa clase "creativa" en mi ciudad. La que innova, la que rompe esquemas, la que se arriesga, la que fluye entre tópicos y vanguardias, la que no tiene miedo, la que grita, la fuerte, la que tiene clase, grupos variados pero sólidos, sin las habituales envidias, dejando hacer, construyendo. A ver si eso me hace olvidarme de que no tengo ni una pizca de skyline.
¿Todos vivimos en la ciudad que hemos elegido?
Bastante imposible. Ninguna es perfecta.
"The trick to having good ideas is not to sit around in glorious isolation and try to think big thoughts. The trick is to get more parts on the table."
ResponderEliminarTengo la mesa, tengo las piezas y tengo a los páticos.
ResponderEliminarAre You ready?
Morirás (o no regresarás) el día que veas el skyline de Chicago. I'm ready
ResponderEliminar