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jueves, 23 de febrero de 2017

HONEYMOON

Tengo la certeza de que sin estrés sería mucho más mona. Tendría un nosequé que volvería loco a la gente. Durante todos los siglos de mi existencia he admirado a la gente serena. No a Serena Williams, pero si a: "fulanita, mírala, con esa serenidad que transmite...", me muero de envidia con eso.

Con motivo de una franja de Gaza a modo de línea canosa en mi lindo cuero cabelludo me planté ayer en la peluquería a última hora y con más ganas de llorar y dormir que de sentirme impregnada por los tintes malignos del demonio. Tarde y agotada me vuelco con el Hola a ver si encuentro un punto de reflexión que me haga olvidar mis líos y mis nervios.
El Hola no me ayuda. 
Me concentro entonces en mi imagen en el espejo, pasando de señora normal a capsula embutida en un color indefinido con un papel fino y transparente rodeando mi cabeza como si de un ameba inocente y repugnante se tratase. Esto no me consuela nada, es decir, me estresa el triple de mi estado inicial.
En fin, se ha hecho muy tarde y los clientes abandonan la peluquería e incluso los peluqueros jefes también.
Allí nos quedamos, por un lado mi estimulante y divertida peluquera rubia y joven, toda tatuada, poseída por un poder extraño de ser correcta y educada a la vez que hiperactiva y estrambótica,  y yo misma, cada vez más en el limbo de empanada mental.Y así me anuncia que pasamos al lavacabezas.

En este momento entre que yo llego al sillón reclinado y dejo caer mis piernas sobre el puf reposapies, se acerca ella tarareando y canturreando felíz y motivada al enorme Mac de recepción y busca por el Spotify un listado de temas que sin más consulta o dilación pone a todo lo que el cacharro da de volumen.

Y se acerca a mi cabeza y empieza con energía desconcertante a masajearla y trajinarla con pasión. En esto Lana del Rey, cual virgen vestal anunciando la entrada a los cielos, comienza a sonar a todo trapo inundando todo de una calma extraña y un poder sensual que me llega hasta los higadillos.

Y así, con todos los temas de Honeymoon de Lana y con mi tatuada e intensa peluquera, lo entiendo todo.
Todo lo de ese día y lo de hace muchos días. Me he dejado llevar y justo por eso soy más yo misma que nunca.

La peluquería es una catarsis, Lana del Rey no puede molar más en ese momento, mi peluquera tatuada no puede arrastrar con el tinte de mi cabeza más paranoias de mi mente. Todo bien. He encontrado respuestas, así, sin tener ocasión ni de hacer las preguntas.

Se lo que quiero. Lo que quiero es avanzar en mi propia dirección, pero sólo eligiendo la dirección en el momento preciso, no antes, ni mucho antes, ni miles de millones de días antes. Ahora es esto y otro día, Dios dirá.
Mis necesidades son que me entiendan. Ya que no me entiendo ni yo, necesito un algo que me haga sentir que mi vida no es idiota. Mi vida es muy valiosa y la peluquera y Lana forman parte de mi valor. Y lo que quiero es reírme con mis amigas, ellas me desconectan de todo lo que me atormenta o conecto yo con sus tormentos. Ellas.

Eso es lo que quiero. Ellas.
Porque sin saberlo lo compartimos todo y lo entendemos todo. Los demás no lo ven, lo demás con todo nuestro amor son problemas. Ellas son risas. Las risas son soluciones y direcciones.

Acaba la peluquera.
Me miro al espejo con ese pelazo que Dios me ha dado, ahora húmedo y lleno de color renovado.
Ni es todo lo que parece ni lo que muchos creen que es.
Es mucho más sencillo. Es Ellas y soy yo. Es un buen tránsito para un extraño momento.