Si yo tuviera un castillo, como los de las highlands escocesas; robusto, fuerte, imponente e inexpugnable, lo organizaría de forma muy concienzuda y matemática para tener conmigo todo lo necesario y no tener que salir nunca de él.
Entre mi lista de prioridades se encuentra encabezando esta con absoluta primacía, un cocinero. Si, un cocinero con imaginación. Paso de explicarlo.
Luego en segundo lugar tendría una bruja. Una bruja amable que saliera por las noches y me cantara canciones de amor tradicionales de los pueblos olvidados. De las viejas costumbres de las islas griegas, los poblados gallegos, los murmullos de los indígenas de las selvas amazónicas, de los sonidos de los desiertos africanos y sus gentes nómadas, de la tradición hindú, etc... Música de bruja para envolver una vida.
Para estructurar el espacio yo viviría en un torreón rodeada de una selección vanidosa y tierna de animales. Confío en los animales. Me gusta su naturaleza natural. Como tengo que hacer una lista para que cuando compre el castillo, el vendedor no me mire con cara rara, je, je ,je. He seleccionado un grupito de pequeños y especiales animales para vivir en completa armonía: muchas tortugas, ranas y ranos, dos pavos reales, dos pavos tropicales, una lechuza, seis galgos, varios mochuelos y un caballo.
El otro torreón lo llenaría de amistad.
Esto me está resultando muy difícil. Parece mentira. He encontrado antes los pavos tropicales.
Cuando echas unas risas con un buen amigo y que además tiene unas dosis enormes de ingenio y de sentido del humor sin complejos, aprendes que esto tiene dos claras ventajas; una, que no necesitas un motivo para las risas y otra, que tu autoestima siempre sale reforzada.
Hace años, un amigo de estas características me encontró. Directamente desde el minuto cero de nuestra amistad no dimos cuenta de que teníamos esa difícil afinidad de entendernos con las risas.
Luego el tiempo lo ha convertido en un sólido apoyo para mis proyectos con el castillo. Con tal franqueza y con tal lealtad que he pensado que no estaría mal agradecerle su confianza en mi. Y de paso nombrarlo coordinador del ala del castillo destinada a la amistad.
Llevo una semana dándole vueltas al "cuadro clínico de la felicidad", venía en el interior de una revista de contenidos frikis y casuals que me regalaron el fin de semana pasado. ¿Indirecta?, ¿directa? En este cuadro clínico se analiza todo el entorno de una persona para concluir que gasto energético realiza en formar su propia felicidad. A mi me sale continuamente que mi mayor gasto energético lo dedico a las risas con amigos. Me he quedado preocupada. ¿Esto es menos o más inteligente que dedicarse a la ayuda humanitaria o temas de beneficio social y tal?. Creo que soy algo egoísta con el tema de mi felicidad. Bueno en esto soy bastante estándar.
Borges escribe en su ensayo "La Inmortalidad" en junio de 1978, que creía en la vida eterna. "Seguiremos siendo inmortales; más allá de nuestra muerte corporal queda nuestra memoria, y más allá de nuestra memoria quedan nuestros actos, nuestros hechos, nuestras actitudes, toda esa maravillosa parte de la historia universal, aunque no lo sepamos y es mejor que no lo sepamos".
Con mucho cariño a mi amigo P.G.
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