domingo, 3 de noviembre de 2013

LA GENERACIÓN DEL ORFI. SEXO IMPACTO

Tras su sonado divorcio V. ha tenido varias relaciones estables. Esas que duran 3 días, 10 minutos y dos tapas. De las que siempre consigue  dos collares de Tous, con oso incluido. Es divina. Maneja las relaciones como nadie. Se sitúa en una órbita donde los aspectos del corazón los cuida a base de caldos de sobre y gelocatiles, para evitar ardor de estómago y espasmos de jaqueca. No cree en el amor, cree más y más a menudo, en la madurez emocional, para evitar choques frontales, dice. 

Nos sentamos en el café y se la ve agotada. Para variar no lleva un bolso grande con montones de extractos del banco, dice que no sabe que hacer con ellos y los acumula. Lleva una mochila de tela anodina, inapropiada. De Pokémon.
Esta mañana parece más menuda, un poco más cuarentorra. 
Dice que ha intentado hacer un análisis de los tipos de sexo.

¿De los tipos de sexo?, - le pregunta MJ. 
Será de los tipos de tipos...

No, hablo de los tipos de sexo.- Dice completamente Gilda quitándose el guante.

¿Y cuantos tipos hay?,- le pregunto con una curiosidad malsana. Sus teorías son siempre delirantes, hasta el punto, que una vez clasificó a sus vecinas por los gemidos nocturnos comparándolas con las diferentes catedrales góticas de España. Ese día, le hicimos la ola sesenta veces.

Bueno,- dice. Suspira y se sienta en el borde de la silla muy concentrada.

*Está el sexo rápido. O sea.

Este lo comprendemos enseguida. No dice más y todas asentimos.

*Está el sexo torpe. Ni la postura adecuada, ni el lugar adecuado, ni el momento adecuado, ni las bragas adecuadas, ni el día oportuno, ni por supuesto el colega. Es ese hombre que quiere y no puede, que te gusta y te disgusta, que le das la oportunidad y de repente parece un sapo. En fin, te quedas con la misma cara que Madonna cuando le sale un gallo, es decir, te quedas gilipollas.




MJ. se ha puesto colorada. La miro de reojo. Aprieta la funda de su móvil con alevosía. 

*Está el sexo cadencioso y armónico. El SEXO. Si, eso, como una peli mala, con un guión bueno, con actores excelentes y la banda sonora de Memorias de África en alta definición. Lo peor es su escasez, lo mejor el tiempo que lo revives y lo recuerdas. Pasa alguna vez chicas, dice solemnemente. 

La miramos perplejas, e incluso un poco asustadas. ¿Pero de qué coño estará hablando?

Sigo,- dice tras crear un ambiente de pastel rosa y olor a algún perfume de la casa Nina Ricci.

*El sexo oriental y reflexivo. Ese me encanta. Dura horas, tantas que das varias cabezadas e incluso un huequito y te haces un repaso en la laca de uñas. Es relajante y tiene mucho de inspirador. Te sientes como en un palacio de la lejana India, rodeada de estímulos. Muy estimulador. Y, aburridísimo.

*Y el sexo impacto. Lo acabo de descubrir. El sexo impacto tiene mucho de pressing catch. Pero es muy unidireccional. Es como ese momento que empiezas a hacer spinnig y desde el primer minuto no te cabe la lengua en la boca, las piernas te tiemblan tanto hasta que su hormigueo te marea. Tiene algo de momentazo porque te suena a energía y a cabalgada histórica. A la media hora te gusta, a las dos horas y media quieres dos redbulles con tónica y a las tres horas y media sueñas con una nave espacial que te succione sin dolor y te traslade discretamente a un sección de colchones de Ikea, como si nada hubiera pasado.  

En fin, dice cabizbaja. O no tengo el cromosoma adecuado, o no tengo posibilidades de repetir.

No abrimos la boca. 

Imaginamos todas los millones de tipo de sexo del planeta. Las situaciones degradantes para miles y miles de mujeres, la mierda mal entendida y las vejaciones, todo lo negativo de algo que debe ser un placer y acto de entrega y "amor", buen rollito y respeto.

Pero nos cuesta imaginar a nuestra V. salir derrotada del sexo impacto. 
No podemos dejarla así. La prepararemos, seremos sus coachs, haremos de ella la mejor, la señora con más impacto del mundo. Por lo menos que tenga su derecho a réplica. Sin más accesorios que su cabecita inteligente, esa que siempre la predispone a conquistar al hombre inadecuado y sale airosa sin arañazos, sin remordimientos ni autocensura.