sábado, 26 de febrero de 2011

LA GENERACIÓN DEL ORFI. ALAMBRE

Las 9.30, llegan las chicas. Yo estoy la primera sentada hace un rato.
Aparecen:
V. fantástica, completamente envasada al vacío, es decir, no corre nada de aire entre la ropa y su piel.
MJ. más fantástica, con sus pantalones para sordomudos, es decir, con los labios muy marcados.
M. espectacular, con su talla 36 y su pelo recién tintado con el rubio que todas sueñan.
A. impresionante, lleva dos Wonderbrá, uno encima del otro.
Yo en chándal, el más cutre, recién comprado.
Todas abren la boca y me dicen. Nena, ¡estas horrible!
Lo sé, contesto, estoy deprimida.
¿Deprimida?, al unísono.
Sí, he tenido una semana fatal y no me aguanto.
Se sientan y se inunda el ambiente de Her for Narciso Rodríguez a cuatro bandas.
Con piedad y dulzura, me piden que les cuente que me ha pasado.
Bueno, empiezo, -todo ha sido por culpa del alambre-.
Como de entrada suena muy raro, nadie dice ni pio, se entregan con entusiasmo a sus tostadas de mantequilla con tres mermeladas y café con mucha sacarina.
Continuo, -esta semana he decidido pedir cita para colocarme los brackets (la maldita ortodoncia)  explico, y el jodido DIU-. Me entrego en cuerpo y alma a llenarme por entero de alambres por aquí y por allá.
El caso que me da la iniciativa y decido pedir cita para las dos cosas en la misma semana, con un par, para no arrepentirme y no replantearme los asuntos. A principios de semana toda eficiente llamo a mi dentista habitual y a mi ginecólogo habitual, vamos, los de habitual mismo.
Me dan primero con el dentista y ese día para calmar mi ansiedad premartirio me meriendo dos orfidales y un bocadillo de salchichón, lo que tuvo que causar en mi un efecto totalmente out, es decir, sufrí una clara alopecia mental.
Nadie me interrumpe, creo que están pasando mucho, pero como yo necesito desahogo, sigo.
Martes 17h. llego al dentista.
Después de media hora de espera en la salita de espera, o sea,  ya me he metido en el cuerpo dos Holas, un Lecturas y el Cuerpo y Mente de tres meses; por fin, entro a la consulta.
Yo claro, me he puesto divina, ya que este dentista en concreto, que tengo que decir es todo casualidad, esta cañón, cañón. Una mezcla, les aclaro, entre Andy García, Xavi Alonso y Miguel Bosé.
M. me dice toda lasa, -nena esos tíos no tienen nada que ver el uno con el otro-.
Pues sí, ya te he contado que voy puesta de orfidales y salchichón, me patina mi habitual destreza fisionómica, en fin, que el tío es un claro dentista-cañón.
El caso que me siento en el sillón y me da por hablar: los nervios y el tío imponente.
Y suelto:- bueno ya estoy aquí, ya me he decidido, la verdad es que me habías insistido mucho, pero hasta ahora no lo veía claro. Pero hoy estoy muy animada, decidida, decidida a que me coloques el DIU-.
Él hace un gesto raro, pero yo no lo percibo.
Porque, continúo; -creo que con el DIU voy a ganar un montón en expresión, estaré más armónica y con el tiempo, podré comerme lo que me dé la gana-.
A estas alturas de mi discurso, mis chicas tienen todas las tostadas entre el paladar y el esófago haciendo surf.
Pero nadie me dice nada, están Diutizadas.
Mi dentista cañón se levanta, se quita los guantes de látex blue y se apoya con cara de: ¡Dios Mío! en la puerta.
Yo que ignoro el gesto de pánico, continúo: -como te decía, cuando estés colocándome el DIU pruebo a ver si me rozo con la lengua, porque eso sí que no lo aguanto, rozarme el DIU con la lengua me da muchísima dentera-.
Y ahí se acaba la cosa. El dentista cañón abre la puerta y llama a su auxiliar.
Mira Mónica, le dice sin tono, muy tono-politono de dentista cañón, le das cita a la señora para otra tarde y que antes de subir pase por el control de estupefacientes que tiene la policía local montado en la esquina, Ok.
Ok, dice la tal Mónica de relleno labial.
Yo me levanto encantada de la vida, aliviada y convencida de que aguanto sin DIU una semana más.
¿Y fuiste al ginecólogo? me pregunta MJ.
Si claro, le respondo, estuve los primeros quince minutos en la camilla de exploración con la boca abierta, hasta que me indicaron que la cerrara y que abriera las piernas.






lunes, 14 de febrero de 2011

4.0

Lo he intentado muchas veces pero nunca me ha salido, la verdad es que me interesa solo porque está prohibido, decía la letra de una canción. He intentado olvidarlo y arrinconarlo, perderlo de vista y borrarlo con tipex, no puedo, imposible.

El hecho diferencial entre la media femenina y yo, es que mis problemas son independientes, van cada uno por un lado y rara vez coinciden. Me atacan por distintos flancos por lo cual debo tener mis defensas muy preparadas y engrasadas para no ser fulminada con rayos laminares: aquellos resplandores que resultan de la descarga dentro de la nube, entre la carga eléctrica positiva y la negativa.
Mi tendencia habitual es ir muy cargada de cargas positivas y negativas, estas últimas, se destacan por transferir mi mala leche desde el subsuelo pélvico hasta la función Independent conocida como “vas de bilis sobrada, nena”.

La cuestión es, y no sé porqué motivo, que tengo un problema y no veo como quitármelo de encima.
El problema no sería relevante, si no tuviera trascendencia patológica, vamos enfermiza.

Me lo han diagnosticado en un centro de salud. La médico toda ella amable y consecuente, me mira, me remira y después de dos rodeos uno a caballo y otro en vaca cornuda, se lanza y me da el diagnóstico: Independent, perdone, pero tiene usted que aceptarlo, salta a la vista, no puede ser más fácil, es que todas las pruebas lo dicen, está clarísimo, ha entrado usted en el momento 4.0.

Las consecuencias de este momento son obvias y evidentes, y usted, las está padeciendo todas, momentazo 4.0.

Bueno mi “problema”, tiene nombre, los 40. Pero No, y ahí es donde está el desequilibrio, lo mío, mi problema Independent, es que esto de los 40, No son los 40 años, No.
Error para todos los listos que lo han pensado, No. Son los 40 ladrones.

No he cumplido 40, es que me he liado con los 40 ladrones. Así de sencillo.

La doctora me comenta que hay pocos precedentes de este problema, ella recuerda el caso de la coreana Ping Mei, que se lió con los 40 ladrones y lleva 22 años en coma, reversible, pero en coma.

Yo con esos precedentes y desalentada por la poca colaboración social que encuentro, decido establecer mi lista de consejos independientes para mí misma para superar los 40, No años No, a los 40 ladrones.

Son los siguientes:

-No quedar con los 40 a la vez, mejor de siete en siete.

-No usar formol como desmaquillante, pese a ser desinfectante y conservante, es irritante, te pone de mala hostia.

-Si los 40 te interrogan, no confesar nunca, se peca y punto.

-No acompañar a los 40 a la presentación de un libro corte liberal 5.0 sin haber leído antes a E. Gibbon.

-Usar tecnología punta para comunicarse: Spotify, Skype, Community Manager, SMS, Mp3, Ron Brugal, Canal Disney, BlackBerry. Así tienes tiempo para los 40.

-Aprender a comer japonés lanzado por un japonés sin que se te caiga el rouge, si esto ocurre, maldecir a Shiseido susurrado en japonés.

-Reír cuando no toca y de quien no toca. Ante lo descarado e irreverente todo el mundo te dice que vaya sentido del humor más genial.

-Comprarse un galgo ruso, es como una media con puntilla negra marcada en la mitad de tu muslo, queda monísima y es seductor. No existen los 40 que se hayan resistido.

-Pensar en retrospectiva para elaborar la mejor antológica de una misma, para no ponérselo fácil a nadie, y menos a los 40.

-Hacer un pacto tácito con tus hormonas, tu sales de marcha un día y ellas otro, nunca juntas. Mejor ellas se largan con los 40.

-Ganar placer, perder miedo.
-Ganar sigilo, perder histrionismo.
-Ganar en emociones, perder obstinación.

Toda mujer es un proyecto artístico y más cuando se topa con los 40. En estos momentos está configurada por un mosaico de sensaciones plásticas que el ojo ajeno tiende a difuminar alimentado por millones de prejuicios que transporta la vena aorta masculina y también algunas infelices féminas.

A todas las que tienen en el horizonte un encuentro 4.0, mi mejor consejo compartido con un tal Román Gray,  "El humor es una declaración de dignidad, una afirmación de superioridad del hombre sobre lo que acontece".

Ni que decir tiene que estoy muy orgullosa de todos mis 40, tan ladrones ellos y tan bien enseñados, ahora solo espero que llegue Alí-Babá y me diga: “Sésamo: ábrete”.
Aunque yo no sea la cámara de los tesoros.

miércoles, 9 de febrero de 2011

LÍQUIDA

Me siento muy líquida.
Nada corpórea. Como una sandía, tengo corteza pero por dentro reboso agua.
Aunque no sé si me siento agua, creo más bien que me siento lágrimas.

¿Qué por qué me siento líquida?
Porque he perdido mis células. He perdido todas mis células, mis cincuenta billones que componían mi cuerpo, todas las que formaban mis tejidos, órganos, aparatos y sistemas. Por lo tanto ahora carezco de las unidades básicas de mi organismo.

¿Y por qué he perdido mis células?
Por una imagen en televisión, y por muchas historias que me han dejado sin materia. No he podido evitarlo, por incomprensión. Me explico, cuando me cuesta encajar algo y a la postre me resulta doloroso, me quedo sin células.

¿Y por qué siento incomprensión?
Por un término que creo a muchas mujeres nos pasa desapercibido, y solo por el hecho de serlo, de ser mujeres, deberíamos grabarlo en nuestro cerebrito de forma permanente, un término el cual ha recalado en mi pequeña conciencia burguesa y en mi poca y gestante solidaridad.

¿Y a que alude ese término?
A la matanza de mujeres generalizada en todo el mundo y más concretamente en Centro América, por ejemplo Guatemala, la explotación sexual y abuso de niñas, a la discriminación social por su sexo, al burka, la lapidación, a la ablación, a la trata de blancas, a la violencia machista y a tantas y tantas atrocidades que yo llamo feminicidios.

¿Feminicidios?
Si y no solo los llamo yo, algunos organismos gubernamentales, ONG, foros ciudadanos de la defensa de los derechos de., periodistas valientes, medios de comunicación, etc. establecen que es un gran problema, pero no es un problema de proporciones gigantescas.
Este problema de no proporciones gigantescas afecta a mujeres de pocos recursos, con falta de educación de toda índole, niñas, mujeres-fantasmas, despojos humanos por su sexo, sin independencia física ni anímica, ni mucho menos económica. No están vinculadas a macro operaciones bursátiles, ni son dueñas de un punto estratégico de paso de mercancías en el mediterráneo, ni cuentan con la patente del Windows Vista.
Ejemplos hay a miles y miles, de sobra los conocemos.
No existe todavía y no creo que se consiga pronto, la base elemental para la subsistencia de millones de mujeres,  el respeto.
Por eso, porque son mujeres.
Dan para noticias estremecedoras y lacrimógenas, dan para encuentros internacionales, dan para periodismo de investigación, evaluación antropológica, reflexión y puestas en común, balances sociológicos, estadísticas, bases de datos y tal y tal.
Pero mueren como animales y no solo mueren, quizás por duro que resulte, en algunos casos sea su salvación, si no que son salvajemente torturadas y humilladas.
No puedo decir más, a Mindy Rodas me remito, una solo de tantas, una chica bonita que se cruzo en el camino de un hombre con solo una virtud, ser un cobarde.







domingo, 6 de febrero de 2011

LA GENERACIÓN DEL ORFI. DOPAMINAS

Nos sentamos en nuestro rincón de siempre.  Les pido que por favor me hagan caso, tengo algo muy importante que decirles.
Todas se quedan paralizadas, porque me conocen, y el “muy importante”, saben que no es gratuito, un mal rollo se cierne sobre mi y seguramente no tenga solución.
M. con cara de -las tranquilizo que si no se me van de madre-, nos dice: a ver te escuchamos pero no es posible que sea tan catastrófico.
Es más que catastrófico, afirmo, y si no que venga Spiderman y me secuestre.
V. que se agarra a su café como si fuese un Louis Vuitton, me dice que no se está enterando de nada, que esta mañana tiene mucho sueño.
Ni que lo digas, nena, porque no te falta detalle: te has puesto todo el joyero y todo el bote de espuma “rizos perfectos” en tu bonita cabecita, pero que sepas que aunque vas pintada como una puerta, tienes todas las sabanas marcadas en la cara.
Siiiiiiiii, dice V. ¡qué mierda de maquillaje! Ni acabado total, ni iluminador mágico. Menos mal que anoche me hice el bigote.
Menos mal, respondemos todas.
MJ. que nació sin paciencia, dice, que ya ha tenido bastante de sesión beauty y que quiere saber la tragedia que estoy viviendo.
Cierto, contesto. La cosa ha sido así: me levanto, me ducho, desayuno, me arreglo, pongo orden mental y físico en mi apariencia y cuando estoy en medio del pasillo que une el salón con la cocina, veo algo en el suelo.
Como ya me he puesto los tacones y estoy encima de ellos y para colmo tengo vista cansada, pues a la primera que no atino. Pero me fijo bien y ¡Joder!, ¡Que es lo que veo!
Por favor, ¡¡que!!. Me gritan.
Pues sin lugar a dudas y con toda la seguridad de mi mundo sapiens, son las DOPAMINAS.
Cuando oyen esto, a todas se les cae el Terracota Mineral Bronzing Powder de Guerlain y se han puesto amarillísimas.
No, no, no. ¡Las dopaminas en el suelo! ¿Todas?
Si, todas, todas las dopaminas que Él posee, ya que las conozco y tiene las justas. Las he contado, están todas. Se le han caído todas las dopaminas.
Vamos a ver, dice M. ¿estás diciendo que a tu chico esta mañana se le han caído en casa las dopaminas, no las ha recogido y ahora las tienes tu?
Si.
Y he consultado en internet rápidamente, les digo, y una vez que se pierden, no se pueden recuperar.
Para A. que las cosas importantes las traduce siempre del castellano al inglés y después del inglés al murciano, todo esto la hace casi llorar y me dice después de dos minutos, darling, estás acabada.
Gracias A. por tus ánimos.
V. que está callada o dormida, me pregunta que por favor se lo aclare todo.
Lo sé V. sé que a ti te lo tengo que aclarar. Mira cariño, esto es lo que hay: mi chico ha perdido todas las dopaminas esta mañana, es decir, las hormonas  entre otras cosas, responsables de la sensación del placer, según los científicos. Y ya os contaré, según yo.
Estas según sus niveles hacen que centres la atención en una persona y no tengas ojos para nadie más. Son hormonas que junto a otras como la vasopresina, adrenalina, serotonina,  son neurotransmisoras dentro del  juego de la atracción y la pasión.
MJ. que está hundida por nuestra mayúscula empatía, no tiene palabras, consigue articular algo que no entiendo y cuando deja de balbucear se va al baño.
Yo nunca he perdido unas hormonas, la verdad, dice A., solo una vez en el Carrefour perdí la paciencia, pero no mis estrógenos. Hay que ser torpe para que se te caigan, eso solo les pasa a los hombres, es que lo pierden todo, todo.
¿Y donde las has puesto?, me pregunta V.
En el horno.
¿En el horno?, ¿y por qué?. Me interroga M.
No sé, para que estén calentitas.
¡Ah¡ ¿Y para que las quieres calentitas?
Por el efecto huevo-pollito, por si se incuban y se reproducen. La verdad me encantaría tener un montón de dopaminas.
¿Y?
Bueno conozco a alguien que a lo mejor le puedan interesar………………….